Los gritos más fuertes son de silencio, de ese que solo la soledad sabe cultivar.
Son los que nos desgarran por dentro sin que podamos darles voz ni compartirlos con el projimo.
Queremos explicarlos, comentarlos, rodearlos de palabras para que pierdan sus aristas afiladas, queremos consolarnos hablando de las heridas, cual si la lengua y su sonido pudiesen sanarlas.
Esos gritos son los que hablan en los ultimos minutos del suicida, cuando ya nadie más que su alma lo escucha, cuando la cuerda se tensa y cuando el ataud lo guarda. Los velorios no hcen ruido, solo admiten murmullos como si en el fondo temieran romper algun hilo con la voz.
El silencio espanta porque es la unica voz qe le conocemos a la muerte.
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