sábado, 3 de enero de 2009

Talvez quienes buscamos lo profundo, tendemos a ser ineptos sociales; de acuerdo, pero sin culpa.
La inteligencia, la honestidad, la intensidad y el compromiso (profundidad) no siempre casan bien con una sociedad cuyos andamios se parecen tanto a los de un escaparate: venderse, exhibirse, adornarse.... mentir si tal es necesario.

Si si, biologicamente nos es tan natural como necesario, pero ¿no cabe en nuestro ser un instante, un espacio, una oportunidad de trascender por un momento nuestra naturaleza primigenia y arcaica? en otras palabras: ¿todo ha de ser comida y coito, provisión y sexualidad?

SI...
si...

Hombre orgulloso, eres un animal miserable, empujado siempre y sin misericordia por el hambre y la reproducción, asquerosamente predecible: buscas el placer, huyes del dolor.

En medio de mis depresiones, creo que no hay remedio, que la naturaleza tiene la ultima palabra sobre nosotros y que por mucho que intentemos alejar lo salvaje con toda clase de civilidades, pervive en nosotros (y eventualmente prevalece) no otro sino el animal, el puro y duro instinto...
La madre naturaleza, ciega, cruel, inexorable.

¿ no eran asi los dioses de las religiones antiguas?, ciegos al sufrimiento, crueles en sus demandas , inexorables en sus juicios...

No somos asi nosotros?

La violencia intrafamiliar, dicen, crea seres crueles, es una enfermedad social cuyo mejor destino sería dejar de existir.

Pero que pasa cuando el planeta es nuestra casa, cuando nuestra madre (naturaleza) ha sido asi con nosotros desde hace milenios...

La violencia intrafamiliar es la regla de todos los dias en los equilibrios naturales. La naturaleza hizo a los depredadores.

¿y el dolor de todos los seres vivos sintientes que nos precedieron?

¿No ha sido suficiente?

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